La yerba santa, que incluye Eriodictyon glutinosum y Eriodictyon californicum, crece en zonas áridas de California y del norte de Méjico. La fragancia de sus hojas pegajosas, dulce y amarga a la vez, ayuda a crear una atmósfera mágica y misteriosa.
Tradicionalmente se usa en rituales de protección y purificación, para liberar energías negativas y para alentar el amor. Sirve también como ofrenda a los antepasados. Se dice que incrementa la valentía y los poderes mentales.
Cultivo
La yerba santa es de cultivo 100% natural. Como tal, su crecimiento depende del clima, de las precipitaciones anuales, etc. Su tamaño, pues, puede variar de una cosecha a otra: una temporada difícil y cosechas menos abundantes hacen que el atado sea de menor tamaño. En años de sequía, la concentración de aceites esenciales es mayor.
Cómo se usa
Este ritual de purificación es una práctica universal.
1. Necesitas un manojo de yerba santa desecada atado con algodón, una pluma o abanico y un cuenco para recoger la ceniza que sea resistente al calor, como una concha abalone.
2. Enciende la yerba santa dentro del cuenco, preferiblemente con una cerilla. Sopla para avivar el fuego y deja que se apague. ¡Cuidado con las chispas!
3. Sahumar: acerca el humo a las personas que participen en el ritual. Con el abanico, dirígelo a la cabeza, los brazos, las piernas, la espalda…
4. Limpieza: recorre el espacio a purificar con el cuenco, dispersando el humo con la pluma o abanico. Hazlo llegar donde tu intuición te guíe.
Recuerda que la intención es la base de cualquier sahumerio: si tu corazón es puro y tu anhelo noble, potenciarás sus efectos.
Ventilar después de su uso. No inhalar el humo directamente.
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